domingo, 20 de noviembre de 2016

Sobre ateos y creyentes


Una de las reacciones más comunes de los creyentes es afirmar que el ateísmo es otra creencia y que el ateo también tiene fe. Esto es producto del desconocimiento, por lo que acá trataremos de explicar la diferencia entre un creyente y un ateo, y establecer por qué un ateo no requiere de fe ni el ateísmo es una creencia. 

Son el desconocimiento y la ignorancia los que llevan a abrazar toda clase de ideas curiosas y creencias fantasiosas, no solo de tipo religioso. La religión es solo una de las muchas creencias que conviven incluso en las mismas personas. Toda creencia surge a partir de un estado inicial de ignorancia, como un intento simple de explicar cosas que no se entienden. Esto ha sido así desde el origen de la humanidad como seres conscientes. Es por eso, y no por otra razón, que siempre hemos convivido con creencias de todo tipo. Hay creencias religiosas basadas en deidades, pero también existen muchas otras formas de creencias místicas basadas en diversos entes como espíritus (buenos y malos), fuerzas ignotas como “la energía”, (sea de la madre Tierra, del Cosmos o de lo que se les ocurra), la conjunción de los planetas, el karma, la influencia de la naturaleza (montes, bosques, aire, agua, etc.). La única ventaja de algunas religiones dominantes es que han sabido organizarse mejor, contar mejores historias y dejarlas por escrito, pero sobre todo aliarse con el poder. Esa es toda la diferencia. Sin embargo, esto no impide que la gran mayoría de personas tenga un verdadero sancochado de creencias en la cabeza, y sigan llevándose por la superstición, el ocultismo, la chamanería y otras formas primitivas de pensamiento. Si bien es cierto que la cara más visible de las creencias populares es la religión, eso no debe llevarnos a ignorar que la gran mayoría convive aun con una amalgama de creencias muy amplias y diversas. Por algo son todavía muy populares los brujos, chamanes y curanderos, así como la venta de toda clase de supercherías.

Un ateo es alguien que simplemente está liberado de creencias y que no necesita creer. Esto último es importante destacar, pues hay además ciertas condiciones psicológicas que llevan a las personas a abrazar todo tipo de creencias, además de la ignorancia, por supuesto. De hecho existe el tipo de “personalidad mística”, muy bien descrito por la psicología. Pero sigamos con el ateo. Decíamos que el ateo no tiene esta necesidad de creer. No necesita tener un dios ni divinidad alguna para sentirse feliz con la vida y cómodo con la existencia. No es que el ateo tenga otra creencia sino que no tiene ninguna. Para el ateo bastan las explicaciones racionales de la ciencia o incluso ninguna. Muchos ateos son gente muy práctica que viven con puras comprobaciones fácticas y no les interesan cosas misteriosas como “la trascendencia de la vida”. Otros, es cierto, prefieren las explicaciones de la ciencia, si es que las conocen. Por supuesto, los ignorantes volverán a chillar que “la ciencia es otra clase de creencia”, pero siguen en un error. Las matemáticas, por ejemplo, no son creencias. Si usted cuenta cinco dedos en cada una de sus dos manos puede estar seguro de que tiene diez dedos. La física es el estudio de la realidad y sus enunciados son comprobables, por lo que no hace falta creer a ciegas, como en el caso de las creencias irracionales. Basados en los datos de la ciencia física los científicos pueden programar un viaje por el Sistema Solar hacia un planeta específico, algo que no es posible hacer con una creencia, pues las creencias no son parte de la realidad. Para decirlo de modo más simple: una creencia es una idea que surge nada más que de la imaginación y vive en la fantasía, mientras que el conocimiento científico surge desde la realidad y además se somete a comprobación experimental. Es una enorme diferencia. No se pueden comparar las creencias con la ciencia, siendo cosas diametralmente opuestas en todo sentido.

Por último, la fe es una especie de obsesión que lleva a creer ciegamente en algo que no se puede ver ni se puede comprobar, y que por lo tanto permanece solamente a nivel de la charlatanería reiterativa de predicadores que hablan de la “voluntad de Dios”. Todo lo que exige de fe lo necesita porque no es parte de la realidad sino de la mitología, de la imaginación, de la fantasía y del discurso. Se llama fe a una especie de perversión mental pública consistente en otorgarle características reales a cosas que solo existen en la imaginación colectiva, en la literatura y el discurso. Pero cuando ocurre esto mismo a nivel de las fantasías personales, entonces hablamos de psicosis. No podemos hablar de fe cuando nos referimos a la realidad, pues para hablar de la realidad no se requiere nada más que los sentidos. Los sentidos nos mantienen conectados con la realidad, mientras que las creencias solo nos conectan con nuestras fantasías o con el imaginario colectivo.

Cada vez que la ciencia encuentra respuestas que destruyen creencias, los creyentes huyen más lejos para refugiarse en los rincones en donde la ciencia aun está conjeturando, aunque tengan ya teorías muy fuertes, como en el origen del universo y de la vida. Muchos creyentes siguen predicando su charlatanería en escenarios que ya están plenamente explicados por la ciencia, pero que los creyentes siguen ignorando o prefieren combatir porque ataca los principios de su fe, como es el caso de la evolución de las especies. Incluso han llegado a prostituir la ciencia para socavar sus cimientos y vender su sebo de culebra en empaques “científicos”. Así se ha llegado al absurdo concepto de “ciencia cristiana” con su teoría del “diseño inteligente”. Toda pretendida “ciencia cristiana” no es más que una pseudo ciencia, pues siempre llega a un punto en el que necesita apelar a la intervención divina para explicar el “misterio” con el que ha chocado. Nada nuevo, en realidad.

El ateo no es pues otro creyente. Es solo alguien que no necesita creer y que prefiere la realidad antes que la fantasía. La ventaja de un ateo es que lleva una vida más simple, no necesita de charlatanería ni de mitos para vivir en paz, no necesita creer en la vida eterna para controlar su angustia existencial. El ateo se conforma con lo que hay. No necesita llenar la casa de espíritus para sentirse acompañado, no necesita creer en absurdos como la “vida después de la muerte” para disminuir la pena de sus pérdidas o su temor a la muerte. No requiere pedir ayuda a seres imaginarios mediante rituales ridículos con oraciones y velas. No requiere de bendiciones, amuletos o talismanes para sentir confianza en su suerte. El ateo, es, en suma, una de las personas más cuerdas y mentalmente más sanas. 

Si me preguntan qué te puede llevar al ateísmo la respuesta más simple e inmediata es el conocimiento. Pero no cualquier conocimiento. Si eres un especialista en cualquier área específica de la ciencia, como la medicina o la química, eso no te llevará al ateísmo porque esos conocimientos no tienen conexión alguna con tus creencias. No todas las especialidades de la ciencia colisionan necesariamente con las creencias religiosas, por lo que no es raro encontrar cierta clase de científicos creyentes, aunque la mayoría de ellos probablemente hayan descartado ya muchas de sus supersticiones. La mística religiosa se mantiene por encima de los conocimientos científicos específicos, a menos que colisionen con enseñanzas religiosas. Cuando los seres humanos vivían pegados al suelo, tenían diversas ideas místicas respecto del cielo. Para los creyentes de la antigüedad, el cielo era el escenario místico por excelencia. Todavía hoy se habla mucho del “cielo” como un lugar especial donde reside Dios, pero hoy, gracias a los aviones y naves espaciales, sabemos que no existe ningún cielo. En todo caso, el cielo no es ningún lugar especial. ¿Entonces dónde es que reside Dios? Esta comprobación fáctica del cielo no ha eliminado todas las creencias místicas alrededor del cielo. Podemos decir que todos mantenemos en paralelo el conocimiento “científico” del cielo y las creencias místicas del cielo. Esto mismo puede ocurrir con muchos científicos que llevan en paralelo sus conocimientos junto con sus creencias, al igual que los médicos que actúan sobre el conocimiento de los principios biológicos que gobiernan el organismo y, sin embargo, siguen invocando ayuda divina. Es una suerte de superstición que se mantiene viva.

Probablemente no haya mejor cura para las creencias que el conocimiento de las mismas creencias, es decir, su historia. ¿Por qué la gente no cree en Supermán? Porque todos saben que se trata de una historieta creada por un autor. Lo mismo pasa con Papa Noel, la gente inicialmente cree en Papá Noel, si le cuentan el cuento, pero deja de creer en él apenas conoce el origen de su historia. La única cura para las creencias es conocer su origen. Lamentablemente esto es algo que nunca se enseña. A la gente se les enseña a leer la Biblia pero ignoran por completo los orígenes y vericuetos que han pasado los libros de la Biblia a lo largo de 5 mil años, y en particular, la forma en que se inventaron los nuevos evangelios cristianos. Si la gente conociera la verdadera historia de cómo el emperador Constantino inventó el nuevo cristianismo romano, estoy seguro que el cristianismo empezaría a desaparecer. 

Para terminar, podría decir que un ateo es probablemente alguien que por formación autodidacta ha llegado a conocer algo que usualmente nunca enseñan: el origen de las creencias dominantes en su comunidad, las que usualmente surgieron hace varios milenios y han estado sufriendo modificaciones y adaptaciones, pero que aun conserva similitudes con otras creencias y mitos del mundo antiguo. Para decirlo en forma resumida, un creyente es alguien que tan solo conoce el cuento y se lo ha creído; un ateo, en cambio, es alguien que conoce el cuento, pero también conoce el origen del cuento. 

5 comentarios:

  1. Excelente artículo Dante. Felicidades.

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  2. Excelente! Compartido en FB para ver si abre algunas mentes.

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  3. Me divierte el artículo. Chapo de creencias. Confunde religión con creencia. Opone religión con ateísmo. Ignora que hay religiones ateas y que la ciencia empieza en la creencia y termina siendo lo mismo. Usa cuentos para combatir el cuento y ni se da cuenta. Pretende una ideología del ateísmo pero hizo un budín. ¡vacilón!

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  4. Disculpa que te tutee, pero lo hago por una mejor fluidez de comunicación. A mi siempre me han preocupado los maximalismos y el dogma implícito que asumen, a veces involuntariamente. Y afirmar que no se tiene creencias exponiendo razones con sumo vigor, es una completa contradicción, toda vez que creencia es "convicción religiosa, política o de otro tipo." según el diccionario Larousse. La segunda cosa que me preocupa es la pretensión muy humana de que la razón (la mente o raciocinio que conocemos) tiene la capacidad de dar respuestas definitivas a todos los problemas del universo. Muy antropocéntrico para ser el universo tan vasto y ser más pequeños dentro de él como un electrón al Sistema Solar. Así que, si el ateísmo les acomoda, bien por ustedes. Pero creo que están desajustados en los porqués que esgrimen. Son ateos porque así lo han decidido, como Tilsa Lozano siempre hará lo que quiere a pesar de ya no ser soltera. Así como los ateos pretenden, otros pueden pretender miles de cosas. Y se llenarán de convicciones, o sea de creencias. Aunque de por medio esté el racionalismo siempre meterá las uñas el empirismo. Y seguirán teniendo convicciones, o sea creencias "per secula secula seculorum" mientras estén hechos de materia humana.

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    Respuestas
    1. 1. en la religión, se sobrepone la creencia sobre los hechos
      2. la inteligencia humana podría llegar a dar respuestas definitivas a todos los problemas del universo, CLARO QUE SI, solo nos falta tiempo
      3. nadie decide ser ateo, es un proceso de "desembrutamiento" que te hace abrir los ojos y decir, yo viví una mentira/fantasía
      4. ser ateo no te hace mejor persona, de ninguna manera, encuentras de todo
      5. no confundas creer en suposiciones o leyendas a creer en hechos comprobados y replicables (gracias a la ciencia)

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